Doña Erminia Vargas ya no recuerda cuando aprendió a entrelazar las fibras.
Recogía de a cientos desde el bosque tupido con pies mojados y una lluvia permanente que le enseñó a ser su compañera. No había mucho tiempo para juegos , aunque reconoce que con todas las obligaciones y deberes, debía encontrar la entretención a como diera lugar. Su madre, también tejía la lana y sus dos hermanas debían dedicar a la huerta más tiempo del que quisieran.
Los canastos que se producían diariamente eran ocupados en cuanta función existiera, desde la recolección de los peces hasta el acarreo de verduras y hortalizas.
Sus hijas y nietas continuaron la tradición que le permitió poco a poco aprender nuevas técnicas y agregaron combinación de diversas fibras para obtener canastos más resistentes. Hoy día llevan sus canastos los días domingo a la Feria de Dalcahue, donde son muy apreciados por los turistas.